Cuando la felicidad se convierte en una obligación, sufrimos. Cuanto más nos obligamos a ser felices, más nos alejamos de la capacidad de permanecer en lo que es, y nos amargamos tratando de cambiar aquello que rechazamos.
Si nos obligamos a ser felices siempre, no podemos experimentar otros estados que son naturalmente humanos como el dolor, la tristeza, la duda, la incertidumbre, la sensación de vacío; y nos perdemos una parte fundamental de nuestras vidas.
Lo cierto es que, como personas, nadie está libre de sentir dolor, tristeza, etc. Las emociones y sentimientos tienen su propia sabiduría y, ya sean agradables o no, aparecen en momentos específicos con información,con un mensaje que necesitamos escuchar.
Cuándo nos obligamos a «ser felices», terminamos sufriendo el doble: si estoy triste, sufro por mi tristeza y sufro por no estar «siendo feliz». No puedo reconocer que una parte de la vida es estar triste, y que si me animo a atravesar esa tristeza, probablemente encuentre un valioso aprendizaje. Vemos la felicidad y la tristeza cómo estados permanentes que debemos alcanzar, y no como las sensaciones pasajeras y cambiantes que realmente son.
Y como eso que no nos agrada esta allí, aunque no le hagamos lugar, empezamos a estar divididos internamente. Hay una lucha entre la variedad de emociones, sentimientos y pensamientos que nos habitan, y la límitada cantidad que nos permitimos sentir y, menos aún, expresar.
En este momento, la imposición de «ser feliz» mantiene una falsa estabilidad: si no me obligo a ser feliz, entonces aparece toda esa oscuridad e incomodidad que, por no conocerla, le tengo miedo.
Si logramos aflojar con estas imposiciones, y nos permitimos de a poco ir adentrando en todos los estados que son parte de nuestra existencia, podemos vivir de una forma más plena. De a poco nos vamos conociendo, aprendemos a habitar los cambios internos, entrar, permanecer y salir de los estados que no nos agradan, porque los podemos reconocer y entendemos que, si están allí en algún momento, es porque son necesarios, son una señal que nos invita a actuar, elegir algo distinto, generar un cambio, poner un límite o tomar un descanso.